Recuerdo muchas cosas de ella su voz pausada sus manos que danzaban cuando hablaba sus ojos infinitos su cabello perfumado su cuerpo armonioso y místico su caminar, rítmico y discreto y algunas veces extraño las largas y entrañables conversaciones esas ocasiones mágicas en que brotaban sus carcajadas las despedidas inciertas y los encuentros aún más inciertos sus cálidos abrazos sus irrenunciables puntos de vista su voluntad inflexible el gran dolor que llevaba a cuestas su tristeza continua y su pasión escondida Sin embargo, hoy me di cuenta que lo que más extraño, como suele ocurrir en estos casos, es algo que jamás pasaría Ver la luz del amanecer sobre su cuerpo
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